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Un juego de precisión

Pisar el césped, recorrer cada yarda del campo a golpes de precisión, sortear obstáculos tras obstáculos sin importar que se presente en forma de áspera palmera, árbol o trampa de arena. El jugador de golf siempre intenta –con tenacidad y gallardía- el swing que le permita acariciar el tan anhelado Green para introducir la bola en el hoyo.

Decir que el juego de golf es un deporte de reciente invención sería impreciso y poco veraz. Bien podemos decir que este bello deporte ha tenido tres etapas en su historia, la primera de las cuales se sitúa en los Países Bajos durante el siglo XIII, donde encontramos un juego que se desarrollaba a cielo abierto y que tenía como finalidad golpear una bola de cuero con un “palo” e intentar dar, con el menor número de golpes, en un blanco ubicado a varios metros de distancia.

China también ha reclamado su invención con un juego muy similar al practicado en los Países Bajos. Sin embargo, fue en Holanda, alrededor de los siglos XVI y XVII, donde se incorporó al juego “del palo y la bola de cuero” un orificio en el césped, convirtiéndolo en el antepasado más reciente del juego moderno al que llamamos golf.

La segunda etapa en la historia del golf se sitúa en Escocia, lugar que según los estudiosos e historiadores es considerado la nación donde se originó y evolucionó el golf tal y como lo conocemos en la actualidad.

A principios del siglo XVII, ya con un poco más de un siglo en el juego del golf, se desarrolla en Escocia el primer campo de golf permanente gracias a la fundación de la asociación de jugadores de Escocia, lo que dio lugar a la figura del “club de golf”.

El honourable Company of Edinburgh Golfers(1744), ubicado en Muirfield, es el club de golf más antiguo del mundo.

Sin embargo, fue en el Reino Unido, por medio de la asociación de jugadores, que se redactó un texto único para explicar de manera precisa las reglas de este deporte.

Además, para 1764 se implementó el campo de 18 hoyos, número que forja su historia en el Old Course de St. Andrews, que por su cercanía con el mar y estrechez fue conformado de 11 hoyos que se jugaban de ida y vuelta, lo que daba un total de 22.

Curiosamente, ya en el siglo XVIII, ostentado el campo de 22 hoyos el título de “capital del golf”, se reacomodó debido a su accidentada topografía en nueve hoyos, que en ida y vuelta sumaban 18. El resto de campos estandarizaron los hoyos en ese número para un juego completo.

En la actualidad, el golf ha sufrido leves ajustes y ha incorporado artículos deportivos de materiales novedosos que dotan al golfista de más y mejores herramientas para su precisión al momento de golpear la bola y le otorgan comodidad durante su recorrido en el campo. Esta innovaciones van desde la correcta evolución de los zapatos hasta el material con el que están constituidos los bastones, que dejaron a un lado la madera para aprovechar las bondades y resistencia de algunos metales, así como los grados de inclinación de las cabezas que éstos poseen.

Todo en el golf es armonía, sincronización y una exquisitez que se disfruta a cada respiro, en cada yarda recorrida, en la sensación del césped finamente recortado que se tiene bajo los pies, en la comunión lograda con el caddie. No hay ni que hablar de los estrechos lazos entre familiares y amigos durante una mañana o tarde de golf.

La seducción de este juego tiene implicaciones físicas y mentales que rozan el alma a manera de pasión, adicción y arte. No por nada es de los deportes más practicados, tanto por personalidades del mundo de los espectáculos como por figuras de otros deportes, así como por empresarios, intelectuales, políticos y gente de ciencia que se sumergen en el apacible mundo del golf siempre que pueden.

El golf ostenta el título de ser el primer deporte practicado en la Luna, llevado al satélite por el astronauta norteamericano Alan Shepard. Esto nos habla de la fascinación que despierta este juego en el que tanto hombres como mujeres, jóvenes o adultos, compiten con el bastón, la bola, el hoyo, el viento y sus propias habilidades y limitantes, poniendo en juego sus factores personales favorables o discordantes, sus triunfos y sus fracasos. Todo ello converge en el paisaje natural de un campo de golf. Para el golfista, la elegancia en la precisión no está a discusión. Para alcanzar tal objetivo se requiere de una perfecta respiración articulada, de cuidados movimientos corporales y una concentración férrea, factores que deben estar integrados armónicamente al momento del golpe.

Club Campestre de la Ciudad de México

Jul 04, 2016

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