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La Casa Club siempre se ha distinguido por su elegancia… y sus anécdotas

Esto nos narra Christian Schjetnan Garduño en la reseña "La casa-club" publicada en el libro 100 años - Club Campestre de la Ciudad de México:

"El viejo edificio del club era una verdadera joya arquitectónica del estilo art nouveau. El salón de fiestas era majestuoso, con un área central y después una segunda área más pequeña. Contaba con un gran foro para la orquesta.

"En la parte superior, el edificio tenía un hermoso reloj muy grande. Se podía ver la hora perfectamente desde algunos hoyos del campo. Debajo de la casa-club había una especie de sótano, en donde entre otras cosas estaban las barricas de whisky Grand McNish, que por muchos años fue el 'whisky de la casa'.

"[...] Los baños de hombres en el segundo piso eran bastante feos, no así los casilleros, que tenían mucho estilo. Eran de marcos de madera pintados de color blanco con unos barrotes en el centro de color naranja. El encargado de los baños en esa época era un tejano-mexicano llamado Johnny, quien saludaba a todos los socios en inglés diciéndoles: 'Jaguaya' ('How are you?') y se le quedó ese apodo: El Jaguaya.

"En este mismo piso, prácticamente en el mismo lugar donde hoy está el Hoyo 19, se encontraba el bar en esa época. Por un lado veía al salón de fiestas y por el otro al jardín frente al lago y al green del hoyo 10. Era famosa la apuesta que les hacía Armando El Gordo Rivero a sus amigos, que consistía en que tiraba tres pelotas de golf por la ventana del bar hacia el green del hoyo 10 y siempre ponía cuando menos una en el mismo."

 

Fuente:
Schjetnan Garduño, Christian, "La casa-club" en 100 años - Club Campestre de la Ciudad de México, Club Campestre de la Ciudad de México, 2005, p. 42.

Club Campestre de la Ciudad de México

Jul 05, 2016

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